No existe una única respuesta “correcta” sobre cómo su familia puede comenzar a mejorar la salud del sueño de su hijo. No se sienta presionado a tener que hacer exactamente esto o aquello. Lo más importante es que esté abierto a hacer pequeños cambios y a hacerlo todo con coherencia.
Estas son las nueve estrategias principales que otras familias han compartido con nosotros:
1) La hora de levantarse es mucho más importante que la de acostarse: si solo puede aplicar un cambio, haga lo siguiente: despierte a su hijo lo más cerca posible de la misma hora todos los días. La hora de despertarse es mucho más importante que la de acostarse, que es cuando muchas familias intentan ser coherentes. Piense en un problema común para los niños en edad escolar. Es posible que se despierten a horas muy diferentes durante la semana de clases que durante el fin de semana porque intentan recuperar el sueño perdido entre semana durmiendo hasta tarde los fines de semana. Esta montaña rusa hace que los niños se sientan peor. Despertándolos a una hora constante, lo que se consigue es “poner en marcha el reloj” de cuándo estarán listos para volver a dormir al día siguiente.
Ejemplo: Piense en cuándo come y cena; por ejemplo, digamos que suele comer cerca del mediodía y cenar cerca de las 6:30 p. m. Considere el almuerzo del mediodía como un reinicio de su “temporizador de hambre” para cuando esté listo para volver a comer. Aproximadamente unas seis horas y media más tarde, o cuando cene. ¿Y si tiene un día muy ocupado y termina almorzando a las 3 p. m.? ¿Cree que tendrá hambre para cenar a las 6:30 p. m? Probablemente no. Esto mismo ocurre si su hijo se levanta a las siete de la mañana para ir al colegio un viernes y luego al mediodía un sábado. Confunde a su cuerpo sobre cuándo debe estar listo para dormir y es probable que le cueste dormirse a la hora “correcta” el domingo por la noche.
2) Un patrón predecible: durante la terapia de mantenimiento, las familias a menudo nos decían que había un patrón predecible en el mal sueño de su hijo. El sueño interrumpido en los dos a cinco días posteriores a los esteroides (dexametasona) es un hecho. Para algunos, esto significa que están más somnolientos de lo normal. Para otros, esto significa que no pueden dormir por la noche y necesitan tomar una siesta durante el día.
Consejo profesional: si su hijo necesita dormir la siesta, procure que sea corta (menos de 30 minutos) para que no altere demasiado su sueño nocturno. Haga acopio de su paciencia cuando esté irritable. Si quiere compartir dormitorio/cama con él, limítelo a la primera semana.
3) Planifique con antelación: como dijo una familia, “decida antes de la fecha límite”. En lugar de esperar hasta el último momento, a las familias les resultó útil preparar todo lo que pudieron por adelantado. Por ejemplo, si espera que su hijo duerma mal durante su semana de pulso de esteroides, no programe más actividades de las necesarias durante este periodo para reducir su fatiga.
4) La comodidad hace mucho: su hijo puede sentirse incómodo en su propia piel durante ciertas fases del tratamiento. Darle toda la comodidad posible en su habitación puede ser de gran ayuda. Las familias hablaron sobre lavar las fundas de las almohadas y las mantas uno o dos días antes de un ciclo de tratamiento. Hable con su hijo para entender qué le hace sentirse seguro y cómodo por la noche y haga todo lo posible por crear ese ambiente de la forma más constante posible.
5) Pasar menos tiempo en la cama puede ser la solución: si su hijo tarda mucho en dormirse o permanece despierto durante mucho tiempo en mitad de la noche, es posible que pase demasiado tiempo en la cama. Recuerde que no todos los niños necesitan dormir lo mismo: la duración del sueño de los niños es muy variable.
Consejo profesional: aquí tiene un experimento para averiguar cuánto tiempo debe pasar su hijo en la cama. Durante más o menos cinco días, acuéstelo a la hora habitual de ir a la cama y mantenga una hora de levantarse constante. Si no tiene una hora habitual para irse a la cama, elija una hora que le parezca razonable a su familia. Cumpla estas horas de acostarse y levantarse y anote los resultados en un diario de sueño. Si se queda dormido de forma reiterada en menos de 10 a 20 minutos después de acostarse, se despierta solo un par de veces por la noche y vuelve a dormirse rápidamente, y se despierta sintiéndose renovado por la mañana, ¡probablemente ya tienen la duración de sueño adecuada! Si este no es el caso, en lugar de darles MÁS oportunidades de dormir, en realidad querrá darles MENOS. Si bien esto puede parecer muy contraintuitivo al principio (mi hijo no se siente bien cuando se despierta, ¡así que quiero que duerma más!), tiene mucho sentido: conseguir que duerma más ha sido a costa de su calidad de sueño, porque es difícil conciliar el sueño o permanecer dormido. Al interrumpir, o fragmentar, su sueño, se ha reducido la calidad de sueño hasta el punto en que dormir más no resulta reparador.
Después de cinco días de su hora normal de acostarse, retrase su hora de acostarse 30 minutos manteniendo la misma hora de despertarse. Siga este plan durante cinco días más. En el diario, es probable que empiece a ver que su hijo tarda menos en dormirse o permanece menos tiempo despierto por la noche. Después de cinco días, retrase la hora de acostarse otros 30 minutos. Con el tiempo, su familia encontrará un “punto de equilibrio”. La mayoría de las noches de la semana, su hijo debería dormirse en 10 a 20 minutos y, cuando se despierte por la noche, podrá volver a dormirse en menos de 15 minutos y se despertará mejor por la mañana.
6) Tenga expectativas realistas: no es razonable esperar que un niño salte de la cama cada mañana lleno de energía y con ganas de ir al colegio. El objetivo de su familia debe ser que se despierte recargado y capaz de mantenerse despierto y prestar atención en el colegio y que no necesite volver a casa y dormir la siesta todos los días. Esto es especialmente cierto para algunos niños que pueden estar luchando contra la depresión o durante ciertas fases del tratamiento. No sentirse con energía al despertar puede deberse a estos otros retos y no al sueño.
7) No se sienta culpable por necesitar dormir: si alguna vez ha volado en avión, recordará lo que se explica durante el anuncio previo al vuelo. Durante una emergencia, se supone que deba ponerse primero la mascarilla, antes de ayudar a los demás. Si, como padre, sufre una grave falta de sueño, puede tener dificultades para ayudar a su hijo. Pida ayuda a su pareja o a otros miembros de la familia de vez en cuando. No pasa nada por tomarse un día libre para recargar las pilas y volver con más fuerza.
8) Dormir con su hijo puede acabar convirtiéndose en un problema: casi todos los padres con los que hablamos mencionaron que, en algún momento del tratamiento contra la leucemia de su hijo, compartieron cama con él en el hospital o en casa. Sin embargo, también nos hicieron saber que, en algún momento, se convirtió en un problema, ya sea para el padre/madre (cuya calidad del sueño se veía comprometida), o para el niño (que tenía miedo de ir a dormir a casa de sus amigos o a campamentos para dormir fuera de casa).
Consejo profesional: puede poner en práctica una herramienta que quizá haya utilizado con su hijo cuando era más pequeño: lo que profesionalmente se llama “extinción graduada”. Esta técnica suele implicar una retirada gradual de la ayuda de los padres a la hora de acostarse o durante la noche. La clave es la constancia. Empiece retrasando la hora de acostarse unos 30 minutos más de lo habitual. A continuación, acuéstelo de forma independiente y asegúrele que programará un temporizador y que volverá para ver cómo está después de un intervalo de tiempo determinado. Cada visita debe ser breve (menos de un minuto): bastará con un simple “Hola, sigo despierto, buenas noches”. Evite el contacto físico prolongado, ya que probablemente dificultará aún más la separación. Algo como una palmadita en la frente está bien. A continuación, el padre y la madre deben esperar un período más largo para el segundo control y otro aún más largo para el tercero. Cada noche siguiente, el período de espera inicial antes del primer control y de todos los siguientes debe aumentarse. Es importante que todas las familias sepan que no existe un periodo de tiempo mágico entre los controles, así que coméntelo con su pareja y prepárese para algunas lágrimas que pueden durar de una a dos semanas.
9) Las soluciones de venta libre no siempre son soluciones: cuando su hijo tiene dificultades, el padre/la madre puede recurrir a productos de venta libre, como la melatonina. Aunque los datos científicos de la melatonina no son concretos en cuanto a ayudar a los niños a conciliar el sueño y a permanecer dormidos de forma constante, puede tener un efecto placebo muy real para los niños y sus familias. Si a su hijo le va mejor con la melatonina, tenga en cuenta que normalmente se recomiendan dosis más bajas (1 mg-3 mg) y que la pureza de estos suplementos de venta libre no está regulada.